Biblioteca Popular José A. Guisasola


Cuento» El escarabajo y la flor, de María Cristina Ramos

En la orilla de un camino que había dibujado la noche, el escarabajo encontró una flor. Había caído de la única rama verde de un arbusto desconocido. El escarabajo se acercó y se sintió iluminado por el resplandor de sus pétalos. La olió, le acarició la corona de hilitos dorados, la puso en sus brazos y se fue con ella. Era tan pequeña que había que contener la respiración para que el aire no se la llevara. Era tan frágil que sólo estaba segura dentro de su abrazo.

El escarabajo recorrió un camino por el que había andado muchas veces. Los amigos lo saludaban y se quedaban mirando la flor. Él se detuvo junto a un charco de lluvia para darle agua. Entonces descubrió que tenía unas raíces pequeñas que se mecían en la transparencia.

Llegó a la casa que se había construido en el tronco de un álamo y puso la flor en una pecera. Es que florero no tenía y pecera, sí. En la pecera había vivido, de nado en nado, un pez volador. Pero el pez, un día saltó, se prendió de una hilacha de viento y se fue.

La flor crecía y a veces cantaba. El escarabajo iba a trabajar y volvía por la tarde. La flor aprovechaba su ausencia para dormir y cuando el escarabajo llegaba movía los pétalos y esperaba que le diera más agua. La flor siguió creciendo y para no alejarse del escarabajo fue guiando a su tallo para que creciera en redondo. Pero después de varias vueltas igual estaba mucho más alta, tan alta que salió por un ventiluz de la casa.

Ver el cielo le gustó; se mecía en el aire de las ramas más finas y escuchaba la conversación de los pichones en sus nidos.

Al escarabajo también le daba pena la distancia, entonces trepaba por el árbol para conversar y cantar con ella.

Pero un día subió y el tallo la había llevado muy arriba, más allá de la punta del árbol. Él ya no podía alcanzarla. A veces le cantaba y otras veces, triste, se consolaba bajando hasta la pecera para agregarle agua nueva.

Y sucedió que una tarde tampoco encontró la raíz en la pecera. Le preguntó al árbol y al viento, pero ellos callaron.

El escarabajo siguió viviendo sus días, un poco alegre y un poco tristón. Algunas noches, soñaba. En su sueño, la flor iba y venía en un cielo tranquilo. Un cielo de gotas azules por donde a veces cruzaba, lentamente, el destello de un pez volador.


FIN

En "Patitas y alas", Editorial Ruedamares.




Visto y leído en:

Editorial Ruedamares
http://editorialruedamares.ombushop.com/products/patitas-y-alas
https://www.facebook.com/EditorialRuedamares/photos/a.461506567261343/1089681947777132/
El escarabajo y la flor, por Paola De Gaudio – Ilustraciones
http://degaudiopaola.blogspot.com/2017/06/el-escarabajo-y-la-flor-exhibicion-en.html


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Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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